Señora presidenta: seré breve porque la verdad es que me resulta muy difícil establecer una línea argumental de la oposición sobre la cual basar un análisis, y diga lo que diga no va a servir para modificar las opiniones vertidas porque hay una intención de oponerse anterior al debate. Es decir, es muy difícil encontrar un nivel de razonabilidad en las posiciones porque el recuento cronológico es: reclamar al gobierno que tiene que modificar la ley de inteligencia. Cuando el gobierno toma la decisión política de modificar la ley de inteligencia se hace una conferencia de prensa para expresar que se rechaza el proyecto con anterioridad a que el proyecto sea presentado. Por lo tanto, se clausura el debate. Pero resulta que después se oponen porque no tuvieron tiempo de debatir. Adonde se podía debatir, que son las comisiones, no asisten, y después vienen al recinto cuando el dictamen ya se ha emitido y proponen modificaciones. Entonces es casi imposible de comprender.
Por lo tanto, nosotros tenemos que seguir nuestra propia línea argumental y actuar con la fuerza de los hechos, porque es muy difícil encontrar un plano de razonabilidad. Porque, ¿adónde nos conduce decir que está mal no haberlo hecho antes y ahora también está mal hacerlo? Nos conduce a un callejón sin salida.Comparo esta actitud con los cambios que se presentaron en las reuniones en el Senado, porque la verdad es que este proyecto sufrió muchas modificaciones que surgieron a propuesta de un organismo que originalmente tenía muchas críticas. Es decir, compartía la mirada filosófica del cambio pero era muy crítico respecto de la redacción del proyecto. Cuando los aportes se hacen desde la buena fe, desde la intención de mejorar la iniciativa, no de sacar ventaja de la oposición absoluta, se consiguen esos cambios. Entonces es muy hipócrita decir que uno quiere modificar algo pero ausentarse de los ámbitos donde tiene la posibilidad de hacerlo.
Sin embargo, el proyecto ha mejorado mucho, porque la redacción que define la inteligencia militar distinguiéndola de la inteligencia interior, la reducción de los plazos para la desclasificación de los archivos, las distintas categorías de confidencialidad de la información, es decir, la iniciativa mejoró su calidad en muchos aspectos a partir de una crítica anterior y propuestas hechas desde la buena fe y no desde la mala fe, la hipocresía o el cinismo.
Además, no se puede hablar de cosmética cuando hay un cambio muy fuerte en la restricción que marca este proyecto de la autonomía que históricamente tuvo el personal de la Secretaría de Inteligencia, porque agrava las penas y concentra toda la actividad en la autoridad política, y constriñe la autonomía del personal, que no puede actuar con independencia. Por lo tanto, rompe ese entramado autónomo, extorsivo, de un poder donde parecía que se construía un Estado dentro de un organismo del Estado, lo cual cambia radicalmente con la redacción del proyecto.
Pero claro, si no se quiere admitir eso y después se dice que es solo maquillaje o cosmética, es imposible encontrar un nivel de razonabilidad porque así está planteado en la propia redacción del proyecto. Pero si ni siquiera de esa manera se puede perforar esa línea indestructible de la oposición, nos resulta muy difícil entendernos.
Algunas de estos desacuerdos surgen porque tenemos diferencias conceptuales muy profundas. Una misma frase puede ser interpretada de maneras distintas según el punto de vista desde el que se la mire. Si tomara a secas una de las frases de un diputado preopinante podría compartirla en abstracto y decir que de ese lugar donde lamentablemente se encuentra el cuerpo de fiscal fallecido surgen excrementos muy grandes. Podría compartir esa frase. La diferencia es que yo asocio esos excrementos con la actividad de la Embajada de los Estados Unidos y de los servicios israelíes, que eran para los cuales ese fiscal había trabajado en vida para poder finalmente hacer su acusación contra la presidenta de la Nación. (Aplausos.)
Por eso no hay un giro del gobierno nacional. ¿Por qué hay una continuidad? Porque lo que marca la línea de continuidad es la recuperación de la conducción política de distintas áreas fundamentales de la vida nacional: recuperación política de la idea de memoria, verdad y justicia, de la conducción política del endeudamiento nacional y de la política económica, de la aerolínea de bandera, de la conducción sobre la política energética, de los ferrocarriles, del Banco Central de la República Argentina, y ahora, la recuperación de esa área tan sensible para lo cual hay que tener una gran valentía, que es el área de la inteligencia nacional, que cruzó distintos gobiernos. Sin embargo, al respecto hay una diferencia cualitativa entre este gobierno y los demás. ¿Dónde está la diferencia? En que este gobierno tiene el coraje y la decisión política de romper ese entramado de autonomía que se había creado al interior de la inteligencia.
Por último, quiero decir que también está explícitamente dicho en el proyecto que cuando en el mundo hay una línea de tratamiento de los temas de inteligencia donde el espionaje le está ganando a las libertades y garantías democráticas, en el proyecto argentino venimos del espionaje y vamos hacia la protección de la sociedad respecto del crimen organizado.
En la Argentina, a diferencia de lo que pasa en otros lugares del mundo, el tratamiento de la inteligencia hace que se gane terreno a la identificación de la inteligencia con el espionaje interno y se pase al paradigma de la inteligencia como protección de la sociedad y del Estado de los delitos más complejos.
En todas estas razones fundamentamos nuestro apoyo a este proyecto de ley.