DOS REFLEXIONES ABORDAN ASPECTOS POLITICOS Y RURALES DEL CONFLICTO
Sobre dicotomías y monocultivos
La polarización de los posicionamientos en el Congreso, las responsabilidades de la oposición y el oficialismo. Los riesgos ambientales y la degradación de la tierra que implica la extensión del cultivo de la soja.
¿La votación de la vida?
Por Carlos Raimundi*
Cuando un bloque de diputados no se suma a ninguno de los espectáculos montados por la oposición, sin coherencia interna alguna, sino con el exclusivo interés en el fracaso del Gobierno; cuando no sólo corta las cadenas de mails y mensajes de texto que alentaron corridas bancarias y cacerolazos, sino que las contesta contundentemente; cuando no se cansa de repetir, en los pocos espacios que le dejan, que está a favor de que el Estado retenga para sí instrumentos de política económica, que está a favor de las retenciones móviles, e incluso considerablemente altas para quienes concentran el grueso de la producción y la exportación de soja; cuando no mencionó una sola vez la palabra “confiscatoriedad”, porque lo que es de verdad confiscatorio es que el Estado se quede con el 21 por ciento de IVA en los útiles escolares de un niño pobre; cuando sólo buscó disipar los riesgos de inconstitucionalidad de la resolución 125 devolviendo su potestad al Congreso, pero contemplando mecanismos de emergencia en manos del Ejecutivo; cuando denunció el carácter “destituyente” de declaraciones de políticos, periodistas y ruralistas; no está bien decir que ese bloque “quedó pegado” con la Sociedad Rural y la derecha, porque no tuvo la posición que algún sector hubiera pretendido en una votación parlamentaria.
Si ésa hubiera sido “la votación de la vida”, lo que el oficialismo debió haber buscado es el mayor de los apoyos, de modo de aislar a los factores desestabilizadores que, coincidimos, existen.
Lo que define el posicionamiento político de un partido es su cosmovisión de la realidad y el conjunto de acciones que despliega en pos de ello. Quizá lo que duele a algunos oficialistas es nuestra convicción por abrirnos un espacio con autonomía, y no como satélite o apéndice de los núcleos mayores, porque eso llevaría –como lo demuestran otras experiencias– a las antesalas de la humillación y la desaparición. Preferimos el camino más difícil, el que reniega de la simplificación binaria y maniquea, que pretende erigir, una vez más en nuestra historia, a determinada formación política en la única representación de la Patria y la Liberación.
En las antípodas de la oposición que pretende aglutinarse en una nueva Unión Democrática, en las antípodas de los inversores financieros devenidos en ruralistas, y cercanos al pequeño productor, que no sólo se agremia en las entidades más conocidas, sino en los movimientos campesinos, en los agricultores familiares y entre los más de 200 mil productores frutihortícolas, tanto o más responsables que los más conocidos de poner los alimentos en la mesa de los argentinos. Desde allí, nos diferenciamos del “estilo” sindical de Moyano, del tratamiento a los precios del Indec y de Moreno, de los oscuros subsidios de Jaime, de la extensión por 30 años de las concesiones petroleras y de la opacidad del ministerio de De Vido.
En todo caso, lo que habrá que discutir con otras ramas del campo nacional y popular es por qué algunos prefieren estar “adentro” aun cuando coincidimos en las críticas, y nosotros preferimos estar “afuera” del kirchnerismo, aun cuando reconocemos los avances. Pero de ahí a signarnos como “pegados a la derecha” por la última votación parlamentaria hay una gran distancia ante la cual no podemos permanecer en silencio. El escaso margen a favor del oficialismo en las cámaras y su caída en la consideración pública tienen que ver con sus propios y garrafales errores, con su propia obstinación en circunscribirse a sí mismo y ceder segmentos cada vez mayores de opinión pública a sus detractores. Y no con la posición asumida por nuestro bloque.
* Diputado nacional, bloque Solidaridad e Igualdad (SI).
Sobre dicotomías y monocultivos
La polarización de los posicionamientos en el Congreso, las responsabilidades de la oposición y el oficialismo. Los riesgos ambientales y la degradación de la tierra que implica la extensión del cultivo de la soja.
¿La votación de la vida?
Por Carlos Raimundi*
Cuando un bloque de diputados no se suma a ninguno de los espectáculos montados por la oposición, sin coherencia interna alguna, sino con el exclusivo interés en el fracaso del Gobierno; cuando no sólo corta las cadenas de mails y mensajes de texto que alentaron corridas bancarias y cacerolazos, sino que las contesta contundentemente; cuando no se cansa de repetir, en los pocos espacios que le dejan, que está a favor de que el Estado retenga para sí instrumentos de política económica, que está a favor de las retenciones móviles, e incluso considerablemente altas para quienes concentran el grueso de la producción y la exportación de soja; cuando no mencionó una sola vez la palabra “confiscatoriedad”, porque lo que es de verdad confiscatorio es que el Estado se quede con el 21 por ciento de IVA en los útiles escolares de un niño pobre; cuando sólo buscó disipar los riesgos de inconstitucionalidad de la resolución 125 devolviendo su potestad al Congreso, pero contemplando mecanismos de emergencia en manos del Ejecutivo; cuando denunció el carácter “destituyente” de declaraciones de políticos, periodistas y ruralistas; no está bien decir que ese bloque “quedó pegado” con la Sociedad Rural y la derecha, porque no tuvo la posición que algún sector hubiera pretendido en una votación parlamentaria.
Si ésa hubiera sido “la votación de la vida”, lo que el oficialismo debió haber buscado es el mayor de los apoyos, de modo de aislar a los factores desestabilizadores que, coincidimos, existen.
Lo que define el posicionamiento político de un partido es su cosmovisión de la realidad y el conjunto de acciones que despliega en pos de ello. Quizá lo que duele a algunos oficialistas es nuestra convicción por abrirnos un espacio con autonomía, y no como satélite o apéndice de los núcleos mayores, porque eso llevaría –como lo demuestran otras experiencias– a las antesalas de la humillación y la desaparición. Preferimos el camino más difícil, el que reniega de la simplificación binaria y maniquea, que pretende erigir, una vez más en nuestra historia, a determinada formación política en la única representación de la Patria y la Liberación.
En las antípodas de la oposición que pretende aglutinarse en una nueva Unión Democrática, en las antípodas de los inversores financieros devenidos en ruralistas, y cercanos al pequeño productor, que no sólo se agremia en las entidades más conocidas, sino en los movimientos campesinos, en los agricultores familiares y entre los más de 200 mil productores frutihortícolas, tanto o más responsables que los más conocidos de poner los alimentos en la mesa de los argentinos. Desde allí, nos diferenciamos del “estilo” sindical de Moyano, del tratamiento a los precios del Indec y de Moreno, de los oscuros subsidios de Jaime, de la extensión por 30 años de las concesiones petroleras y de la opacidad del ministerio de De Vido.
En todo caso, lo que habrá que discutir con otras ramas del campo nacional y popular es por qué algunos prefieren estar “adentro” aun cuando coincidimos en las críticas, y nosotros preferimos estar “afuera” del kirchnerismo, aun cuando reconocemos los avances. Pero de ahí a signarnos como “pegados a la derecha” por la última votación parlamentaria hay una gran distancia ante la cual no podemos permanecer en silencio. El escaso margen a favor del oficialismo en las cámaras y su caída en la consideración pública tienen que ver con sus propios y garrafales errores, con su propia obstinación en circunscribirse a sí mismo y ceder segmentos cada vez mayores de opinión pública a sus detractores. Y no con la posición asumida por nuestro bloque.
* Diputado nacional, bloque Solidaridad e Igualdad (SI).