El dirigente del SI opina sobre el acuerdo entre Raúl Alfonsín y Carlos Menem.
- ¿Por qué Raúl Alfonsín realizó el Pacto de Olivos con Carlos Menem en 1994?
–Primero hay que volver a humanizar la figura de Alfonsín porque se la idealizó a partir de su muerte. Se lo resignificó por rasgos del último tramo de su vida, que no es lo mismo que cuando fue presidente.
El Alfonsín que conocí como presidente de la Juventud Radical tenía un costado de estadista y otro de militante partidario. En el Pacto de Olivos, su costado estadista dijo que había que salvar las instituciones republicanas de la voracidad del menemismo tratando de pactar, porque si no Carlos Menem iba a arrasar con toda la institucionalidad. De esta manera pensó que salvaba la Constitución al precio de resignar el papel opositor del radicalismo. A partir del Pacto se priorizó una suerte de imagen simbólica de la corporación bipartidista y el papel opositor lo comenzó a jugar el Frente Grande. El costado de militante partidario también estuvo, porque fue el único que tenía estatura para pactar. Alfonsín, en ese momento, contaba los minutos que le faltaban al gobierno, según él, más autoritario. A poco de decir eso pactó con ese gobierno porque creyó que lo debía hacer él y no otro dirigente político.
–¿Esto mejoró la institucionalidad de la República?
–No, porque el menemismo fue reelecto en el ’95, continuó y profundizó las políticas de ajuste. Por lo que no mejoró la calidad del gobierno, plasmó en la Constitución algunos avances que igual se hubieran plasmado porque eran de época. Lo que quedó como registro en la sociedad es que el radicalismo y el peronismo son parte de la misma corporación política. Lo que hace el Pacto es corporizar algo que ya se venía operando en la política cotidiana que eran los arreglos que normalmente hacían estos dos partidos.
–¿Qué quedó plasmado con este Pacto?
–El peronismo quedó como el partido del poder y el radicalismo como la alternancia permitida y se resignó a jugar el papel de partido de acompañamiento. Con eso se destruyó al radicalismo que en el año ’95 salió tercero con Horacio Massachesi. Después el gran error del Frepaso fue resucitar al radicalismo con la Alianza.