Primero, estar entre los que te bancamos nuevamente en tu indagatoria judicial por haber defendido al gobierno popular de un golpe de Estado. No pude estar en Comodoro Py porque a esa misma hora presentábamos junto con organizaciones campesinas un proyecto de ley de Agricultura Familiar.
En un rato va a empezar en Diputados la sesión para aprobar el acuerdo que cierra el proceso de expropiación de Repsol y su reingreso a manos de YPF. Se trata de una de las decisiones estratégicas más trascendentes, más estructurales que se han tomado en los últimos años.Implica un cambio filosófico en lo que significa el petróleo. En manos de una empresa privada es una mercancía, un negocio, y como tal, lo que hacía la ex Repsol era secar los pozos argentinos, explotarlos a mas no poder, sin explorar en compensación de lo que se sacaba, y distribuir utilidades para financiar la exploración de otros pozos más jóvenes en otros lugares del planeta y así repetir incesantemente el circuito del negocio.
Cuando la explotación del petróleo se enmarca en el concepto de auto- abastecimiento energético, pasa de ser commodity a ser una palanca de desarrollo. Lo primero que hizo la YPF argentina fue no distribuir utilidades sino reinvertirlas en la exploración, para reproducir el ciclo productivo y la investigación, lo que ha llevado a desarrollar los yacimientos no convencionales como Vaca Muerta, que nos ubica muy bien en el ranking de las reservas de petróleo y de gas no convencional en el mundo. Pero al mismo tiempo, profundiza el descubrimiento de nuevos yacimientos de petróleo convencional como Los Caldenes en la provincia de Río Negro. Y de allí pasar a las reservas off-shore en nuestra plataforma atlántica, entre lo que ha descubierto Brasil y lo que intenta controlar el Reino Unido a través de la militarización del área de Malvinas.
Hay un segundo elemento de este proceso que es haber recuperado la política nacional del petróleo, mediante el consorcio entre el Estado nacional y las provincias petroleras, superando lo que plantea la Constitución de 1994. Los niveles de facturación y el volumen de capital trasnacional que manejan las petroleras –así como las mineras- no pueden ser interpelados por una provincia, sino al menos por una política pública emanada de un Estado Nacional, por no hablar de la necesidad de integrar nuestras políticas energéticas en toda la región.
Por ultimo: no se podía sostener todo el tiempo la judicialización de este proceso, por lo tanto está bien haber cerrado el acuerdo. La Argentina va a pagar una cantidad que esta tasada en 5.000 millones de dólares, pero no lo hace en dólares contantes y sonantes sino en títulos, y a un plazo que vence en el año 2033. Con eso se ahorra los dólares cash que necesita para financiar la inversión. Por lo tanto, yo creo que desde todo punto de vista es un acuerdo serio, racional, conveniente, que cierra un capítulo, y que abre el camino hacia la recuperación de la soberanía energética y del auto-abastecimiento.
Otra actitud penosa de algunos opositores: cuando se expropió Repsol decían que íbamos a quedar aislados del mundo por el conflicto que generábamos con el sistema financiero y empresario. No hubo tal conflicto, hubo un avenimiento de la propia empresa a este acuerdo, no nos aislamos. Al contrario, hubo crecimiento y esos dólares que debemos pagar por la empresa ya se están recuperando con el incremento de la exploración y la producción convencional, y con la inversión en la riqueza albergada por el petróleo y el gas no convencionales. Y hoy, intentan corrernos por izquierda diciendo que el precio es caro, y que habría que irritar a los ex propietarios.
Los radicales, que tienen una historia con Yrigoyen y Mosconi, votaron a favor de la ley de expropiación. Pero se opusieron al decreto de intervención. Hay que preguntarse: si en simultáneo con el anuncio de expropiación, la Presidenta no designaba una intervención inmediata a la empresa, al cabo de las semanas que demandó la aprobación de la ley no hubieran quedado bienes en la empresa. Una nueva afrenta y un nuevo gesto de servilismo de la oposición.